La VENTANA de FIHNEC
Capítulo Siete Mares
FIHNEC El Salvador

2004 - "PUESTOS DE ACUERDO, ORARON" - Testimonio de Francisco Rivera

Años atrás yo viajé por todos los departamentos del país queriendo arreglar el asunto del transporte. Gracias a Dios que no me conocían como corrupto. Solía hablarles a unos 600 o 700 transportistas, y les aseguro que por lo menos una tercera parte eran mentiras, porque a uno lo preparan para mentir. Y yo hablaba sin problema ante todos aquellos grupos. Así que cuando vine por primera vez a este capítulo de la Fraternidad Internacional de Hombres de Negocio del Evangelio Completo, dije: Estos que suben allí al podio quizás creen que saben hablar... ya les voy a dar clase para hablar. Y cuando me pasaron al podio, fíjense que solo me paré, no pude hablar y no dije ni una palabra. Regresé llorando. Lloraba y lloraba y allí me convencí que quien pasa al micrófono aquí en el Capítulo, no puede venir a mentir, porque estas son cosas de Dios.

Mi mamá que ya va a cumplir noventa años es originaria de Jayaque, Chiltiupán, y a todos los de la familia que allá iban saliendo de sexto grado, se los mandaban a estudiar a San Salvador, y nunca cobró por eso. De todos los sobrinos y sobrinas que ayudó, ni uno se acuerda de ella. Lo hizo por su gusto al hospedarlos tres, cuatro años en su casa, hasta que lograban aprender un oficio o preparase. Ella nunca reclamó, y yo decía: Que boba mi mamá ¡por qué mantuvo a tanto baboso! Pues, hace poco mi mamá cayó grave con un infarto y estando en el Seguro le dio el otro. Pasó dos meses y pico en el Seguro Social. Estuvo más de quince días sin dormir, a puro líquido, y fue enflaqueciendo gradualmente. Cuando pude ir a verla, mi mamá solamente era los huesitos. Con mi esposa nos dimos cuenta que no conocía a nadie, a pesar de que le decían, yo soy fulano. Cuando lograba hablar hablaba cosas incoherentes. A mi hermana le dijo el doctor: Por favor sea fuerte... ¡se la vamos a dar! A esta señora ya no hay donde ponerle inyecciones, y si le quitamos lo que le hemos puesto se va a morir, pero es mejor que muera allá y no aquí adentro. Así que por favor llévesela. Mi hermana lloró. Llamamos a Estados Unidos a mi hermano para informarle, y sus hijos vinieron para el velorio. Me acordé que hace más de veinte años compré en Jardines del Recuerdo cuatro puestos. Llevamos a mi mamá a la casa, preparados para lo peor. Mi hermana me dijo que se la entregáramos a Dios, y yo le dije que no era así, porque yo aquí en el Capítulo he aprendido que hay que poner los problemas en las manos de Dios y le dije, Mirá vos estás yendo a esos encuentros conyugales carismáticos, allí te han enseñado a orar. Pongámonos de acuerdo y pidamos un milagro a Jesús, y vamos a ver. Y miren gracias a Dios, ayer fui a ver a mi mamá, y la señora me dice: Gracias por todo lo que hicieron por mí. Para probarle la mente, le pregunté, Mamá ¿Cómo se llama aquella señora... cuando estuvo Jaime que era un domador de caballos...? Me dice: La señora fulana..., ella era la esposa de fulano, y ellos eran de tal parte... Mi mamá ¡está lúcida! Dije, Gracias Señor porque nos has prestado mas tiempo a mi madre. Fíjense que a raíz de este incidente, me he reconciliado con otro hermano con quien teníamos tiempos de no hablarnos. Esas son las bendiciones que uno recibe cuando anda en las cosas de Dios.

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